En todo proceso de enseñanza – aprendizaje, interesa más cómo aprende el niño, que lo que aprende en realidad. Y dicha responsabilidad recae en las manos del educador, por lo tanto, el maestro(a) que la sociedad de hoy día busca debe ser realmente un profesional comprometido, capaz de generar cambios en cuanto a los procesos de capacitación e investigación en las escuelas de su país.
Entonces, la labor del maestro(a) sería además educar con creatividad para que se produzca un cambio y formar personas con originalidad, flexibilidad, visión de futuro, iniciativa, confianza; personas amantes de los riesgos y listas para afrontar los obstáculos y problemas que se les van presentado en su vida escolar y cotidiana. El profesor como profesional innovador y creativo debe impartir una educación que va más allá de lo aprendido para incorporar en sus alumnos nuevas ideas y diversas formas de actuar. Es capaz de reflexionar sobre su práctica para mejorarla y hacer del aula un mundo de encanto, inspiración, emoción sorpresas. Que cada día sea diferente al otro, para que de esta manera, se formen niños activos y creativos, seres totales, plenos, capaces de razonar, adaptar y reformar, auténticos reflexivos. Por último, no olvidemos que un maestro(a) creativo(a) forma niños(as) creativos(as) que no solo aprenden, sino también enseñan.
